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    COLUMNA: Matatena

    Blanca Lolbee
    Blanca Lolbee
    Periodista y conductora.
    noviembre 3, 2016

    ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN ESTOS NOMBRES?

    Javier Duarte de Ochoa, Veracruz. Guillermo Padrés Elías, de Sinaloa. Roberto Borge Angulo de Quintana Roo, Humberto Moreira Valdéz de Coahuila y Rodrigo Medina de la Cruz de Nuevo León.

    Todos fueron gobernadores de sus estados, todos han sido señalados de diversos delitos y contra ninguno se ha ejercido justicia hasta el momento.

    Más allá del partido al que pertenezcan, pues no todos son del mismo y podríamos agregar otros nombres con otras filiaciones, al ciudadano de a pie le duele y ofende cada vez más el hecho de que todos sigan creyendo que llegar a un puesto de elección popular es la manera más fácil de hacerse rico, aunque inunden de pobreza a sus gobernados.

    Lo peor es que ninguna reforma incluyendo la creación del Sistema Nacional Anticorrupción ha servido para nada hasta ahora. La clase política del país coloca así al sistema democrático sobre arenas movedizas.

    Si las cosas siguen por ese camino y la democracia demuestra que ni a través las leyes ni con la alternancia se puede resolver la corrupción de los servidores públicos entonces… ¿qué le quedará al ciudadano?

    No son pocos los nombres arriba mencionados, podríamos hablar de otros tantos en otros niveles hasta llegar al famoso José Luis Abarca ex alcalde de Iguala cuando los muy costosos hechos relacionados con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

    Todos los casos son ofensivos, pero detengámonos por el momento en uno de ellos:

    Al gobernador con licencia de Veracruz Javier Duarte de Ochoa se le acusa de delincuencia organizada y lavado de dinero.

    Lo peor es que los señalamientos en su contra comenzaron hace varios meses y como suele suceder: nadie hizo nada o se tardaron mucho tanto su partido como la autoridad judicial.

    Como en muchos otros casos, en éste la justicia ni ha sido pronta ni es expedita.

    Hoy el gobernador con licencia que en su juventud aprendió el oficio de panadero, está prófugo de la justicia y sus familiares cercanos, que gozan de su no poca riqueza, o están amparados o buscan ampararse.

    No obstante, lo que ha dicho el nuevo procurador de justicia de la nación (de la misma filiación partidista que el ex gobernador) no parece probable que Duarte de Ochoa aparezca pronto para ser juzgado y en el remoto caso de que fuese detenido, es menos probable aún que devuelva lo que le quitó al erario.

    Lo vimos negar muchas veces cuando aún era gobernador, los cargos que se le imputaban. El ex panadero creó empresas fantasma y utilizó el dinero del erario público con una gran concha, hoy está como un polvorón: oculto bajo una gran capa de azúcar que lo protege y desde donde se encuentra dibuja un cuerno al estado que dejó en una seria crisis económica y de seguridad.



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